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¿Sabés por qué es importante incorporar a nuestros hábitos la rutina facial?

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, en un adulto promedio posee una superficie aproximada de 2 metros cuadrados y pesa alrededor de 5 kg. Se trata de un órgano vivo con capacidad de regenerarse, es impermeable, resistente y flexible y se mantiene activo las 24 horas del día realizando todo tipo de acciones fundamentales para nuestro organismo. Es por ello que nuestra piel es un órgano vital para el cuerpo humano.

Es nuestra conexión con el mundo exterior. Puede transmitir, recibir y alimentar cada uno de nuestros sentidos.

Algunos dermatólogos ven la piel como una extensión del cerebro. De hecho el vínculo entre la piel y el sistema nervioso es muy estrecho ya que hay millones de conexiones nerviosas entre los dos órganos.  ¿Y ésto en qué se traduce? Cuando estamos estresados, cuando estamos nerviosos podemos sentir picor en la piel, nos ruborizamos, nos pueden salir herpes, eczemas, psoriasis, etc.


Existen unos compuestos químicos, denominados neurotransmisores, que tienen como función la transmisión de la información a lo largo del tejido nervioso. En otras palabras, el estado en el que se encuentra la piel está determinado, en gran parte, por la química de nuestras emociones.

 

 

¿QUÉ ES LA DERMIS?

La dermis es la capa media de la piel, gruesa, elástica pero firme, compuesta de 2 subcapas:

• Capa inferior (o estrato reticular): zona gruesa y profunda, que establece una confluencia líquida con el subcutis.
• Capa superior (o estrato papilar): establece una confluencia definida, en forma de onda, con la epidermis.

Los principales componentes estructurales de la dermis son el colágeno y la elastina, tejidos conectivos que confieren fuerza y flexibilidad y son los componentes vitales de la piel sana, de aspecto juvenil. Estas fibras están impregnadas de una sustancia de tipo gel (que contiene ácido hialurónico), que posee una gran capacidad para fijar agua y contribuir a mantener el volumen de la piel.


El estilo de vida y factores externos como el sol y los cambios térmicos ejercen un impacto sobre el colágeno y la elastina y sobre la estructura de la sustancia circundante. Con el paso del tiempo, nuestra producción natural de colágeno y elastina declina y disminuye la capacidad de la piel para fijar agua.

La piel adquiere un aspecto menos tonificado y aparecen arrugas. La dermis desempeña un papel clave en proteger el cuerpo frente a influencias irritantes externas, así como en nutrir las capas más externas de la piel desde dentro: Es rica en vasos sanguíneos que nutren la epidermis mientras eliminan los desechos.

 

¿CONOCÉS TU TIPO DE PIEL?

Por lo general cuando intentamos clasificar el tipo de piel, solemos encasillarla en las categorías de seca, grasa, sensible o mixta.

Sin embargo existen otros atributos relacionados con la resistencia, elasticidad, hiperpigmentacion, que es difícil determinar a simple vista. Es decir, se puede tener una piel seca, con arrugas y pigmentada, del mismo modo que se puede tener la piel grasa, sensible, deshidratada y sin arrugas.

Hay muchos factores que intervienen en tu estado de la piel como la alimentación, la estación del año y el propio ciclo hormonal de la mujer, tabaco, estrés, embarazo...

Una misma piel puede tener los poros visibles, tener zonas ásperas al tacto, en algunos momentos del ciclo hormonal tener granitos y en otras épocas del año estar más sensible.

Por eso lo ideal es encontrar el cosmético para tu piel en función de su formulación y no de su clasificación. 

 

 

 

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